ROTCEHLANDIA



1 de marzo de 2009

Nícola


Inconexo. La albúmina de la semilla precipita una violenta transformación. El numen eterno. El canon celeste. No habito este planetoide. Soy, acaso, un fiel servidor de tu mirada. ¿Por qué evitas el futuro? ¿Has olvidado el nombre de tu pueblo? Tus siete hijos han muerto. Y ahora pasas tus días encerrado en la habitación profunda.


Se retorcía entre las sábanas. No era un demonio alojado en sus entrañas. Tampoco era la insensatez de la vergüenza heredada. Nícola era el viento. Sujeto a trepidaciones foráneas. No se encontraba en aquel lugar. Fallaba su intuición, víctima de la quejosa ansiedad. Era un lugar hermoso aquel. Un lago nostálgico circundante. Árboles de copa alta enredados cual amantes. Una pérgola de bougavíleas rojas y moradas marcaban la terraza desde su ventana.Un día quieto y tibio. El cielo sin una nube. Vestido en su batola blanca de lino, Nícola buscaba acertar sobre su origen. ¿Qué hacía allí? ¿Qué enredoso asunto lo había situado en un mundo tan bello y tan inerte? ¿Dónde habían quedado sus ropas de marino mercante?


Autorretrato, Lucian Freud, 1985

1 comentario:

A Cuban In London dijo...

Me encanta Freud. Su arte es cruda. Me gusta el texto tambien, es abierto y honesto, como una descarga sincera, un tete-a-tete. Muchas gracias.

Saludos desde Londres.